jueves, 3 de noviembre de 2011

o3.II.2oII

"El pasado es una lección para reflexionar, y no para repetir"

Sí, te has propuesto volver. La diferencia es que esta vez no te voy a dejar entrar.



Y que hoy haya vuelto a escuchar Yellow no significa nada.

martes, 19 de abril de 2011

Empezaba a preocuparle su ausencia, tanto que en esos siete ridículos minutos de debilidad que se permitía al día a veces le daba la impresión de que le faltaba el aire. Cogió la caja de galletas que guardaba encima del armario. Era curioso, últimamente la utilizaba mucho, de hecho sentía como si no fuera la misma. Parecía que le faltaba algo sin su capita de polvo recubriéndola, era como si estuviera desnuda. Un escalofrío recorrió su cuerpo al abrirla y divisar su contenido. Apenas le quedaban cinco. Cinco sonrisas. Desde que era pequeña se había acostumbrado a guardar una de cada tres sonrisas, porque, quizá por intuición sabía que en un futuro no muy lejano iba a necesitarlas. Volvió a contarlas. Sí, en efecto. Cinco sonrisas... pero ¡¿cómo diablos se había permitido llegar a esa situación?!, respiró profundamente, una vez, dos, tres, cuatro, así hasta diez veces, y se dejó caer sobre el viejo pero comodísimo cojín que llevaba habitando en su dormitorio casi tanto tiempo como ella. Intentó recordar cuándo había sido la última vez que había abierto esa cajita para guardar sonrisas en lugar de para cogerlas, y le resultó imposible. ¿Cuánto tardaría en volver? ¡Maldita sea! Era injusto. No se merecía estar así, ¡nadie merecería estar así!. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas como si de una lluvia torrencial se tratase, destrozando, llevándose a su paso todo rastro de sonrisa que pudiera quedar en ella. Se vio forzada a parar cuando tres golpes resonaron en toda la estancia. Se secó las lágrimas, y cogió la mejor de las sonrisas con muchísimo cuidado (al fin y al cabo eran como sus pequeños bebés, habían salido de ella, y aunque habían crecido apartadas volver a tenerlas consigo le hacían sentir un atisbo de los momentos que habían provocado esas sonrisas), se levantó, volvió a colocar la cajita sobre el armario y se dirigió hacia la puerta con los dedos cruzados detrás de la espalda, con la esperanza de que quien estuviera tras ella le devolviera la sonrisa... pero esta vez, de verdad.

jueves, 24 de febrero de 2011

bajo mínimos...

miércoles, 16 de febrero de 2011

Llevo mucho tiempo intentando escribir algo coherente que explique cómo me siento y no soy capaz. Supongo que se debe a que mi estado no es coherente, esto no puede ser normal. Nunca me he quejado de mis amig@s, al fin y al cabo son de lo mejor que podría tener, y sé que basta con que les diga algo para que estén ahí. Pero que haya una persona que sea capaz de dejar de lado sus quehaceres porque sepa que tú estás mal, oh, eso es arena de otro costal. Ayer fue un día horrendo, de esos que te gustaría arrancar del calendario, empaparlo en gasolina y prenderlo, y que con un poco de suerte una ráfaga de viento se llevara hasta la más mínima ceniza. Todo intento de estudio conllevaba levantarse al frigorífico, ponerse a limpiar, mirar el ordenador, CUALQUIER COSA con tal de no concentrarme, con tal de no hacer frente a lo que se me viene encima. Y entonces tú, con la mejor de tus sonrisas, saliste de tu casa y viniste, te sentaste a mi lado, me escuchaste, me abrazaste, me diste ánimo... y te quedaste a estudiar conmigo, y eso que tú ya estás libre de exámenes. Pues nada. Nada de hablar, ni de distracciones. Me dejaste (y casi me obligaste) a hacer el idiota dando vueltas por la cocina, rooibos en mano, voceando el primer tema entre sorbo y sorbo, con unos cuantos tacos de por medio. Tú, mientras tanto, intentabas concentrarte, y aguantarte la risa. Poco a poco el temario se iba quedando en la cabeza, e increíblemente, sucedió. Me dí cuenta de que, por mucho que me empeñe en ser negativa, era capaz. Que tal vez, si empleaba todo el tiempo en estudiar en lugar de lamentarme por el fracaso de persona que soy, podría lograrlo. Que sí, que es difícil, y a las pruebas me remito, aquí me tienes otra vez, escribiendo esto en lugar de estar con el temario liada. Sólo sé que la palabra 'gracias' se me antoja ridícula para expresar cómo me siento. Te debo tanto en tan poco tiempo que me siento miserable, como para que encima me digas que "es lo mínimo que puedes hacer por mí". ¿Sabes? Nunca nadie había puesto mis cosas por delante de las suyas, cosa totalmente lógica, yo no desperdiciaría mi tiempo en alguien como yo. Has demostrado, y con creces, que crees en mí. Y yo no puedo hacer menos que intentar no defraudarte :) si lo logro, habrá sido gracias a tí.


Y por cierto, hay algo que quiero que te quede claro...
Aunque te diga pequeño, eres lo más grande.

martes, 15 de febrero de 2011

Una vez oí a alguien decir una frase que en su momento me pareció sumamente egoísta, pero no puedo sino darle la razón. Lo peor no es para los que se van, lo peor llega cuando los que se quedan aquí se dan cuenta de que no van a volver a verles. Y ya son ocho meses, y por más que lo intente no me acostumbro, no hay un maldito día que no pases por mi mente, o en el que no le pida consejos al aire pensando que tú me escuchas y me responderás. Es inevitable que cada día quince baje a la tierra y me vuelva realista, y sea consciente de que cuando alguien se va, lo hace para siempre.

Y mira que intento hacerme la fuerte, y mira que intento hacer como que todo va bien, pero es que hoy, hasta la lluvia me acompaña...






Qué sabrá la mitad de la gente lo que es echar de menos.



martes, 8 de febrero de 2011

Supongo que todo se reduce, una vez más, a reestablecer las prioridades...







Nada, que no escarmiento -_-