martes, 2 de noviembre de 2010

Nunca se me ha dado bien expresar con palabras lo que pienso, o lo que siento, ni siquiera he sido capaz de escribir una historia decente, y mira que se me pasan situaciones por la cabeza a lo largo del día... Supongo que empecé el blog como vía de escape, por tener un sitio en el que poder hablar de lo que me diera la gana sin que nadie lo leyese...

Pues bien, estoy harta. No, harta no es la palabra. Estoy... rara U.U. Supongo que es la rayada que toca como mínimo una vez al mes y que ya estaba tardando en volver a aparecer...
Sé que puedo vivir sola. No me refiero al simple hecho de vivir, no necesito a nadie para respirar gracias a Dios, al menos por ahora. Pero empiezo a hartarme de estar así. De vez en cuando apetece tener a alguien con quien compartir las pequeñas cosas, con el que poder hablar hasta las tantas de la mañana, o simplemente escuchar su respiración por teléfono. Alguien con quien ir de viaje cualquier fin de semana, sin excusas, simplemente por escapar del mundo y encerrarnos en una burbuja lejos de aquí. Alguien a quien coger de la mano, alguien a quien poder besar, abrazar, sentir, respirar, achuchar, fotografiar, amar. Sentir eso que domina el mundo y que nos hace convertirnos en cualquier cosa.

Aún así, sé que no es fácil. Sé que llega cuando menos te lo esperas, y que, cuanto más lo esperas, más tarda en aparecer. Sé que por mi parte hay miles de intentos de autoengaños, de decirme es él sabiendo que no es lo que estoy buscando. Sé que confundo más de quince veces al día la amistad con el amor. Por ahí dicen que no es posible una total amistad entre un chico y una chica heterosexuales, porque tarde o temprano uno de los dos acaba enamorad@ del otr@. Quizá lleve razón. Yo prefiero pensar que el hecho de estar sola a veces me hace distorsionar la realidad, e imaginarme historias que no tienen ni pies ni cabeza. Que quizá la falta de cariño me hace delirar e inventarme mil películas con final feliz a pesar de que no hay lógica en ellas. Que no quiero leer ningún libro de amor porque sé que voy a empezar a ver mi nombre y quizá el de él entre sus páginas. Ese él que cada día tiene unos ojos distintos. Ese él del que posiblemente no sé nada. Ni cual será su color preferido, ni si le gustará la comida china, si tocará un instrumento como yo o si le gustará hacer skate. Si fumará, o si hará que me quite porque no lo soporta. Si será muy alto y me tendré que poner de puntillas. Si me dejará fotografiarnos (abrazados, besándonos, corriendo, haciendo el idiota, comiendo chocolate, formales, totalmente informales, en la playa, en la sierra, en el fin del mundo). Si no lo he conocido aún, o si lo tengo delante de mis narices y no me doy cuenta. Si existe, o si sólo es un invento de mi imaginación...






Lo que realmente me da miedo
(y que conste que estoy haciendo lo posible por evitarlo)
es que últimamente
(y mira que no quiero)
empiezo a ponerle nombre a ese él
y no hay cosa que me dé más miedo
que enamorarme de.



O de él.
(que no sé qué es peor)








Sin sonrisas

Publicar un comentario